Cuando las palabras sobran...
A las personas nos preparan para muchas cosas, excepto para afrontar el dolor ajeno. Se evidencia en la manera como nos expresamos cuando alguien pierde un ser querido, un embarazo, un divorcio o cualquier otra tragedia
1. Expresiones de origen tradicional como: paz a sus restos, EDP, RIP o en paz descanse (como si pudiéramos declarar paz sobre alguien que ya no está).
2. En caso de tragedias a países, tendemos a decir: algo Dios le está enseñando (como si Dios siempre está provocando tragedias para dar lecciones) o de forma insensible decimos que son juicios por tal razón…
3. Ante tragedias personales, los mas bíblicos dicen: “todo le obra para bien” (texto fuera de contexto que no ayuda a nadie). Dios no te dará carga que no puedas llevar (ajá, ¿quieres tu esta carga?).
4. A quien perdió un embarazo: perdiste tu bebé pero ganaste un ángel (no se a quien rayos le pasa por la cabeza que alguien quiere ganar un ángel y además eso no tiene sentido bíblico). O, “eres joven aun, podrás tener otro” (los niños no se sustituyen, como un teléfono). “No sabemos si cuando crezca le iba a pasar algo peor”…(¿y eso que?)
5. Si pierdes un ser querido que era creyente, algún cristiano dirá: “lo importante es que está con El Señor” (no lo quiero con El Señor, lo quiero conmigo). Otros dirán: yo se lo que se siente…(no mi estimado, usted no vive dentro de mi, cada perdida se asume diferente).
Y así hay muchísimas expresiones indolentes, ignorantes, insensatas, imprudentes, que no ayudan en nada.
¿Qué deberíamos decir ante un dolor ajeno?
1. Estoy contigo.
2. Cuenta con mi oración.
3. Lo lamento mucho
4. Lamento tu perdida
6. O lo mejor de todo: ir en persona y dar un gran abrazo y no decir nada…
Hay momentos donde las palabras sobran, lo único que se necesita es un abrazo, apretón de manos, toque en la espalda y sólo estará diciendo: “no estas solo/a, cuentas conmigo. Estoy aquí”.